Posted: 03 Feb 2011 10:32 AM PST
Publicado en http://jesusaricoy.blogspot.
Si alguien nos diera una planta y nos dijera que tenemos que cuidar de ella pero que no podemos darle luz, ni regarla, ni abonarla, pensaríamos que esta planta pertenece a una especie muy exótica y desconocida. Y se nos haría una tarea muy difícil.
Casi todos los métodos, libros y programas que más venden sobre crianza, parecen haber eliminado lo aprendido en experimentos como el de Harlow y Harlow. Experimentos crueles que demostraron que el vínculo afectivo, el amor de una madre, era más importante que el alimento.
Hemos medicalizado el parto y esto nos ha demostrado que el parto es patológico y complejo.
Hemos comercializado el alimento de nuestros hijos, y esto nos ha hecho incapaces de amamantarlos.
Hemos intelectualizado nuestros instintos hasta crear la necesidad de libros, métodos y clases que nos digan cómo cuidar de nuestros hijos.
El mismo abuso que está penado por la ley, si produce un genio musical se llama método. A las madres que lo practican se las denomina madres tigre o madres superiores. El abandono de un bebé que no es atendido en su llanto, si hace que en tres días duerma, vende libros. Una de las autoras con más éxito, Gina Ford, no tiene hijos.
Es dificilísimo criar a un bebé humano asegurándose de no cogerle en brazos, poniéndole en una cuna, restringiéndole el acceso a la fuente de su bienestar y sin darle el alimento específico que por naturaleza requiere. Es dificilísimo tener que dejar a un bebé humano en una guardería de 8 a 6 y además es dificilísimo que así esté sano y contento. Es dificilísimo hacer que un bebé humano no llore o que duerma cuando le dejamos solo o cuando no tiene nuestro calor.
Los padres de hoy viven su maternidad y paternidad con las dificultades añadidas impuestas por una sociedad que les requiere independientemente de su necesidad de reproducción, e independientemente de sus instintos más necesarios. Se nos repite como un mantra lo difícil que es quedarse con los hijos, la anulación mental que supone, la necesidad que debemos sentir de estar en una oficina rodeados de otros adultos que le den sentido a nuestras vidas. Es comprensible pasarse quince años haciendo el mismo trabajo en el mismo sitio, pero es de locos dedicar entre uno y dos años de nuestras vidas a nuestros hijos.
Se habla de que el cuidar de nuestros hijos más allá de los seis meses representa un retroceso, conservadurismo, a las mujeres que así lo hacen se las tacha de talibanas de la teta, nazis del amamantamiento, retrógradas, adictas a la maternidad.
No se habla de que debemos, por salud y supervivencia, oler a nuestros hijos, dormir con ellos, amamantarlos y protegerlos, que esto es esencial para su bienestar, pero además para el bienestar de los padres y el bienestar social.
Lo difícil no es criar un hijo, no estaríamos aquí si lo fuera, lo difícil es criar a un hijo con las manos atadas y los instintos reprimidos.
Más difícil que cuidar de una planta a oscuras y sin agua.
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