La proliferación de políticas que fomentan dar el pecho ha devuelto al biberón a la excepcionalidad
VANESSA PI MADRID 24/01/2011 08:00
fuente: Público
Acaban de parir y no saben cómo alimentar a sus hijos. Lo que tienen claro es que, al menos en el primer medio año, no quieren darles el biberón. La lactancia materna ha dejado de ser cuestionada. Las estrategias de las autoridades sanitarias y de los hospitales han dado su fruto: la alimentación natural ha desbancado a la leche de laboratorio.
Una docena de mujeres, todavía con las barrigas hinchadas tras el parto reciente, atienden a las indicaciones de Juana María Aguilar, la enfermera consultora de lactancia materna del Hospital 12 de Octubre de Madrid. El centro imparte desde 2007 un taller de lactancia. Las dudas de las madres recientes son tantas, que obvian por una hora el dolor que aún les dura para asistir a la charla. "Si os sentís mal, podéis salir cuando queráis", les insiste Juana, muy dulcemente, al inicio de la clase. Ellas sonríen, mientras se acomodan en las sillas de madera de la sala.
"Los fabricantes de leche potenciaron el biberón", afirma una enfermera
El llanto, señal de hambre
"Cuando un niño nace, está acostumbrado, durante nueve meses, a comer constantemente a través del cordón umbilical. De repente, eso se le corta. El niño debe comer cuando quiera. No se le debe someter a horarios. No hay que esperar a que el niño llore, el llanto se considera un signo tardío del hambre. ¿No nos entra mal humor a nosotros cuando llevamos media hora esperando en la mesa?", explica Juana.
Las mujeres escuchan atentas. Con sus bebés en brazos, las parturientas asumen que a partir de ahora su rutina, sobre todo en los primeros días de vida de sus hijos, va a estar marcado por el hambre que tengan los niños. Ellas dormirán, comerán, saldrán a pasear o se relajarán dependiendo de cuándo el bebé tenga ganas de mamar.
"Ahora, el niño mama a demanda", destaca el pediatra Carlos González
Todas quieren amamantar a sus bebés. Sólo les darán el biberón si no hay otra opción. "Hay alguien que tiene la sensación de que no tiene leche?", pregunta Pilar. Una de las madres levanta el brazo. "Muy pocas mujeres no tienen leche, son mujeres que están operadas del pecho o tienen enfermedades muy graves, pero son excepciones", la tranquiliza la enfermera.
Marta, de 38 años, tiene claro que dará de mamar a su hijo, el segundo, hasta que pueda. Para ello, agotará la baja en la empresa donde trabaja como consultora. En su anterior parto cogió una excedencia. "Yo estoy notando en los últimos años que muchas amigas que antes sólo miraban por su trabajo, ahora incluso piden excedencias para poder cuidar el máximo de tiempo a sus hijos", explica. Disponer de ese tiempo significa permitirse amamantar al bebé.
Los expertos aseguran que tras la moda del biberón de las últimas décadas estaba la industria farmacéutica. "En los últimos 50 años la atención al parto y al nacimiento se ha ido medicalizando a ritmo vertiginoso, por la aplicación de la alta tecnología y por la vulnerabilidad del colectivo médico y enfermero a las presiones de la industria farmacéutica", asegura Isabel Espiga, del Observatorio de Salud de la Mujer del Ministerio de Sanidad.
Presiones y liberación
Fueron los fabricantes de leche para bebés los que fomentaron el biberón, explica Juana María Aguilar. Se suponía que el biberón liberaba a la mujer. "Se aprovechó para decir que la lactancia artificial liberaba a las mujeres. Pero no es cierto. La lactancia materna, además de sus beneficios nutricionales, supone beneficios psicológicos, emocionales y de equilibrio global del crecimiento del bebé y de su vínculo con la madre", destaca Isabel Espiga.
"Se vendió la idea de que el biberón lo puede dar también el padre, fomentando de esta forma la equidad. Lo que tiene que hacer el padre es, cuando la madre da de mamar, poner la lavadora, cocinar, limpiar la casa... En realidad, la depresión posparto no es otra cosa que una recarga de trabajo", insiste Isabel Espiga.
Las primeras iniciativas de fomento de la lactancia comenzaron a hacerse en 2005. Ese mismo año, el Ministerio de Sanidad aprobó el primer plan de calidad que contemplaba el fomento de la lactancia. Dos años después, aprobó la Estrategia de Atención al Parto, que también potenciaba dar el pecho.
"La lactancia es lo que la mayoría de madres desean. No se abandonó porque hubiera algo mejor, sino por las rutinas que se impusieron en los hospitales, con normas y horarios que hacían difícil dar el pecho. Por ejemplo, ahora el niño mama a demanda, cuando tiene hambre. Antes, había muchas teorías, una de ellas decía que se tenía que dar diez minutos de cada pecho y repetir cada cuatro horas", explica Carlos González, pediatra y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna (ACPAM).
Este experto atribuye el cambio en la tendencia al viraje de la rutina de los hospitales. "El debate sobre la lactancia es falso, no hay que argumentar si es buena o no. Las madres no dan el pecho porque un médico les diga que es lo mejor, es la forma natural de alimentar al niño", explica. Dar de mamar no es cuestión de modas, sí lo fue sustituir el pecho por el biberón.