Un recién nacido en una incubadora. (Foto: Joe Shalmoni | Reuters)
25 de enero de 2010.- Contrariamente a lo que muchas personas creen, que los recién nacidos y lactantes pequeños sólo comen y duermen pero no sienten, todos estos niños, ven, oyen, sienten, se excitan, se sobresaltan, se asustan y también se relajan. Esto último se consigue utilizando las mismas técnicas con las que se sedan, tranquilizan y relajan los niños de mayor edad y los adultos, que lo hacen con las palabras, caricias, arrullo y música suave.
Un estudio recientemente publicado en la revista científica 'Pediatrics' (R. Lubertzy, Enero 2010:e24-8) ha encontrado que los recién nacidos prematuros que escuchan música de Mozart gastan menos calorías, de las que se administran con la alimentación, y en consecuencia ganan más peso que los recién nacidos que no escuchan música. Desde hace unos años se conoce que los recién nacidos que escuchan música tienen, después de que esta finaliza, una frecuencia cardiaca más baja que cuando no escuchan música (Arnon S. Birth, junio 2006; 33:131-136). También se ha podido demostrar que los recién nacidos prematuros para los que la ganancia de peso es tan importante, porque antes salen del hospital, gastan menos energía y en consecuencia ganan más peso cuando reciben masajes, respecto a los días que no reciben masajes (Lahat S, J. Am. Coll. Nutr 2007; 26:456-9).
En las Unidades de Neonatología, lugar donde están ingresados los recién nacidos y los prematuros, bien dentro de sus incubadoras o ya fuera en cunas, precisan de un ambiente confortable, con mucha tranquilidad, ausencia de ruidos, música ambiental suave o clásica, actividad en los cuidados relajada sin estrés o con el mínimo. Depositar bruscamente un objeto encima de la incubadora, golpear ésta con la mano, abrir con brusquedad las ventanillas para acceder a su interior o manipular sin suavidad a estos niños, les produce estrés, aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, y de la tensión arterial y gran disconfort.
Todos los recién nacidos y lactantes pequeños sienten y se les debe procurar un ambiente térmico apropiado, ausencia de ruidos violentos para permitir el sueño, cosa que hacen casi todo el día, arrullos, caricias y masajes en los periodos de vigilia, luz suave u oscuridad para facilitar el descanso o el despertar. El contacto de la piel de la mamá con la del bebé es fundamental porque esto les produce a ambos sensación de confort y seguridad. Los niños tienen un sueño de mayor calidad y a la madre le facilita la secreción de lactancia materna, auténtica fuente de salud.
Un reciente estudio realizado con 620 recién nacidos sanos a los que se les produce dolor al administrarles una vacuna por inyección en el muslo, ha demostrado que el contacto de la piel de las madres con la piel de sus hijos tiene grandes efectos analgésicos en estos niños, que lloran menos intensamente y durante menos tiempo que el grupo de niños en los que no se produjo este contacto madre-niño (A. Gomes et al. Pediatrics 2009; 124:e1101-e1107).
Los lactantes y niños mayores también se benefician de la música y de otras formas de relajación. En las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos y en otros lugares de hospitalización, con frecuencia existen demasiados ruidos, unas veces justificados por la actividad o por las alarmas de los monitores y aparatos que vigilan o tratan a los niños enfermos, pero otras veces no justificados, al hablar excesivamente alto o por otras razones. Es necesario, sin embargo, que exista un ambiente relajado, sin ruidos o mínimos, con música ambiente suave, luz adecuada a la hora del día, al menos un familiar con cada niño para arrullarle y acariciarle, en definitiva, para que estos niños se sientan protegidos y seguros.
La música y otras formas de relajación se tendrán que imponer en nuestras unidades de hospitalización, no solo para que los trabajadores sanitarios y acompañantes se sientan mejor, también porque tienen efectos terapéuticos aún poco reconocidos. Un estudio realizado en 80 niños recién operados ha demostrado que la música también reduce el dolor postoperatorio y la ansiedad, disminuyéndose así el consumo de analgésicos (Nilsson N, Pediatr Anaesth 2009; 19:1184-90).
Es necesario por tanto no solo investigar, también poner en práctica los conocimientos actuales sobre los sentimientos y las formas de confortar a los niños enfermos, esto también es investigación y probablemente de alta eficacia y bajo costo.
Juan Casado es jefe de Servicio del Hospital Infantil del Niño Jesús y profesor de pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/01/25/saluddelnino/1264411467.html